EL INFIERNO
La investigación cuenta que las mujeres engañadas o secuestradas que
llegan a los locales se reconocen fácilmente porque son "las que
lloran". Si la mujer opone resistencia y se niega a ser explotada
sexualmente, el regente o sus empleados ponen en marcha los
distintos mecanismos de disciplina. "La mujer es violada y golpeada
una y otra vez hasta que asuma su nueva condición y acepte pasar al
salón a prostituirse. Asimismo, en estos casos suelen amenazarla con
matarla o lastimar o matar a su familia en su lugar de origen".
En los prostíbulos las mujeres pierden todo contacto con el mundo
exterior. "Su circulación se reduce al salón principal del local y
las habitaciones donde se efectúan los pases y en las cuales
generalmente se encuentran encerradas bajo llave cuando no
trabajan", precisa la investigación de la OIM. Los preservativos que
usan y la ropa con la que trabajan, tangas y corpiños, se las
cobran: los gastos se anotan en una cuenta en la que ellas siempre
terminan debiendo dinero al gerente del local. Cuando les permiten
efectuar llamadas telefónicas a su familia también lo hacen
vigiladas para evitar que revelen su verdadera situación. Se han
detectado casos de locales con sofisticados sistemas de vigilancia
con circuitos cerrados de televisión con cámaras en todos los
espacios del local, vidrios blindados o altos muros alrededor.
COMITE DEPARTAMENTAL DE PREVENCION CONTRA LA TRATA DE PERSONAS "Memorias taller de sensibilizaciòn"